La madurez no es solo una etapa cronológica de la vida sino un estado mental, caracterizada por los siguientes indicios:
- Ya no te esfuerzas por parecerte a los ídolos del momento. Te aceptas tal como eres. Ya no pretendes ser otro.
- Eres capaz de realizar bien un trabajo, aun cuando nadie te está vigilando.
- Controlas tu ira.
- Tienes paciencia.
- Eres perseverante.
- No te quejas ni derrumbas fácilmente ante las dificultades.
- Eres humilde. Reconoces tus errores.
- Eres tolerante.
- Sabes tomar buenas decisiones en el momento más indicado.
- Vives la vida con alegría.
- Nunca esperas ser tratado con especial consideración por otras personas. Es decir, eres humilde.
- No te dejas herir fácilmente en tus sentimientos.
- Reconoces que ninguna situación o persona es totalmente buena o totalmente mala. Hay de todo en este mundo.
- No te jactas ni exhibes en acciones socialmente inaceptables.
- Te alegras sinceramente por el el éxito o la buena suerte de otros.
- Has superado los sentimientos de envidia y de celos.
- Escuchas reflexivamente la opinión de otros.
- No buscas continuamente defectos en otras personas.
- Planeas con anticipación.